La batalla de ser mujer

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Hace seis meses comenzó en mi  esta lucha, la batalla de ser mujer y exigir respeto contra viento y marea. Contra una sociedad machista, algunas veces en contra de las creencias y valores que me fueron inculcados en casa, contra amigos y sus chistes misóginos, contra la publicidad que me exige ser una mujer que no quiero ni puedo ser, contra las expectativas que tienen otros de mi. Decido ser la mujer que yo quiero ser, y me construyo todos los días a partir de mi, nunca a partir de los demás. Vivo en una sociedad violenta, en la que se “invisibiliza” el poder de la mujer e incluso se margina a quienes tenemos la valentía de levantar la voz.

 

Mi ciudad es la numero uno en feminicidios en México, mi bella Ciudad Juárez. Hace un año, también era la numero uno en violencia. Muchos preguntan como están las cosas aquí, si me da miedo vivir en esta ciudad o porque no me he ido. Vivir con miedo ya es costumbre, todos los días me doy cuenta que hay nuevas pesquisas de mujeres desaparecidas, y nadie hace nada, muchos los saben, todos callan.

Las mujeres en esta sociedad no somos más que objetos de intercambio, muñecas de aparador; afortunadamente este pensamiento está cambiando, cada vez son más mujeres y hombres que rompen las cadenas contra este sistema patriarcal, opresor, y reproductor de estereotipos que nos encasillan y no nos permiten vivir libremente; transitando entre la masculinidad y femineidad sin importar nuestro sexo biológico.  Hombres y mujeres se aceptan, se conocen, se reivindican, aceptan sus fallas, se hacen conscientes, cambian su lenguaje y sus relaciones para caminar juntos por nuestros derechos.

 

El machismo es un constructo social, se basa en exaltar las características masculinas haciendo a los hombres incapaces de aceptar su lado femenino; pues de hacerlo son motivo de burla y desprecio. “Un hombre no puede llorar, eso es de mujeres” ¿por qué ser o parecer mujer es tan despreciable ante nuestra sociedad?  ¡Reivindiquemos nuestra posición!

 

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El fin de semana pasado salí a divertirme con mis amigas, fui la conductora designada y quise llevarlas a conocer las cantinas del centro de nuestra ciudad. Anteriormente yo había ido con amigos (hombres) o con mi exnovio, nunca me faltaron al respeto ni en la calle ni en ningún bar. Éramos cuatro mujeres de entre 20 y 25 años, tres de nosotras vestíamos vestido corto, y una pantalón.

 

Al llegar al estacionamiento caminamos por la calle para entrar al primer bar, el “Yankees”, cuando quisimos abrir la puerta un señor nos impidió el paso y dijo que ya estaba cerrado, una de mis amigas pidió permiso para entrar y solo saludar a un amigo, mientras que las demás esperamos afuera. Junto a nosotras habían dos hombres a una distancia de dos o tres metros, los habían sacado del bar, y no sabíamos por qué. Uno de ellos se acercó a nosotras y nos pregunto con quien íbamos, yo le respondí que con un amigo que estaba adentro, el tipo estaba tomado y para ser sincera, sentí miedo.

 

El encargado que no nos dejo entrar al bar, nos dijo que pasáramos, pues se dio cuenta que estábamos siendo molestadas; pero en ese momento mi amiga salió y seguimos caminando al siguiente bar.

 

 

 

Nos dirigíamos hacia el “Kentucky Bar” lugar famoso, por haber inventado las Margaritas, tuvimos la misma suerte, pues también estaba cerrado. Derrotadas por nuestra travesía decidimos regresar al carro e ir a cenar, teníamos que caminar cerca de 5 cuadras. Cuadras en las que fuimos acosadas, perseguidas e intimidadas por varios hombres. La primera fue por miradas de varios vendedores de cigarros, que nos seguían insistentemente, la segunda un hombre joven, que desde el otro lado de la calle nos gritaba cosas y pretendía llamar nuestra atención haciendo sonidos como “sssshhh ssshhht”. Apresuramos el paso, para llegar más rápido al carro y huir del acoso, hasta que en la última cuadra había un par de Mariachis, que nos dijeron que no entendimos, a lo que una de mis amigas grito:

 

-“NO QUIERO TU PIROPO ¡QUIERO TU RESPETO!”
-Pinches viejas- Dijo uno de ellos
Regrese un poco y grité:
-¡¿Acaso no tienes madre, hijas?!
-¡Mayate!
-Simón, wey!- Terminé por responder para unirme a mis amigas y finalmente irnos. Cabe resaltar que había varias personas a nuestro alrededor en la calle y nadie hizo nada.

 

En algunos lugares de México, se le dice “mayate” a un hombre que se viste de mujer o se prostituye. Yo uso el cabello corto, sin embargo por más que trate de vestirme o actuar como hombre, nunca pasaré por uno. Un grupo de mujeres defiende su derecho a transitar libremente por la calle sin ser molestadas, y son agredidas.

 

Sé que no es el único lugar en el mundo que esto sucede. Me gustaría que hombres y mujeres hiciéramos conciencia de lo que pasa todos los días en la calle, con el artículo anterior vi muchos comentarios en ActitudFem, Twitter y mi pagina de Facebook sobre los albañiles; me gustaría que reflexionáramos cuantos piropos o cuántas acciones de acoso son realmente llevadas acabo por hombres de este oficio. Creo que no son los únicos, los y las invito a no estereotipar ni poner etiquetas. En la anécdota que les cuento, ninguno, que yo sepa, era albañil.

 

El acoso sexual en lugares públicos no es exclusivo de una posición económica, cultura, raza, nivel educativo,  sector o país. Esto es una problemática mundial y su raíz se encuentra en el sistema de crianza, la publicidad, el machismo y el sistema patriarcal. Es responsabilidad de todos denunciar e intervenir ante situaciones como esta, ¡no permitamos que llegue a más, es violencia!

 

No me gustó sentirme insegura, ni pensar que ponía en riesgo a mis amigas sólo por querer salir a divertirnos, somos seres humanos y tenemos todo el derecho a tomar, bailar o simplemente salir a la calle a pasar un buen rato sin temor a ser molestadas o agredidas.

 

¡BASTA YA! Seguiré gritando ¡No quiero tu piropo! ¡QUIERO TU RESPETO! Aunque me llamen puta, marimacha, lesbiana, feminista o “mayate”.

 

 


 

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, mas no la ideología de actitudfem.com

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